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Perfiles de hombres violentos



El tema de violencia familiar hasta no mucho tiempo era considerada como un fenómeno poco frecuente y tal como sostienen algunos autores se lo atribuían sólo a las personas con serios trastornos psicopatológicos a partir de la concientización de que esta es una problemática que afecta a todos los estratos sociales se ha requerido de la intervención de la justicia.Es así que en 1994 se promulga la ley de protección contra la violencia familiar.Dichos autores definen la violencia familiar como:”toda forma de abuso que tiene lugar en las relaciones entre los miembros de una familia.Se denomina relación de abuso a toda conducta que por acción u omisión ocasiona daño físico y /o psicológico a otro miembro de la familia”.

La violencia familiar se puede dar de la siguiente manera: maltrato infantil, violencia conyugal y maltrato a los ancianos, justamente nos interesará trabajar una de esas maneras en que se manifiesta la violencia: la conyugal y dentro de ella, específicamente el tema de perfiles, más específicamente perfil de hombres violentos. Nos preguntamos si existe un estado del arte variado o no sobre dicho tema, ¿existe realmente un perfil del hombre violento o se trata de una mirada más integradora sobre dicha problemática?

Tal como sostienen algunos autores la violencia en la pareja suele comenzar a manifestarse después de un tiempo de convivencia, durante el embarazo o tras el nacimiento de un hijo, aunque también durante el noviazgo. Es de destacar también que la mayoría de las parejas suelen darle una explicación al hecho como efecto de una situación de tensión y consideran que será improbable que esto ocurra de nuevo.
Dichos autores nombrarán características del hombre agesivo, la más predominante es el ser inseguro de sí mismo, esto le genera en muchos casos intensos celos de su pareja y de allí la necesidad de controlar o dominar a su esposa. Este rasgo lo disfraza con actitudes autoritarias hacia su mujer aferrándose a los valores culturales patriarcales, asociados con la masculinidad: agresividad, superioridad. Otros factores que encuentran estos autores en los hombres agresivos es el haber sido objeto de abusos en la niñez y o haber contemplado los abusos de su padre hacia su madre, y de su madre hacia el.Afectivamente presentan serias dificultades para relacionarse con los demás con intimidad o privacidad.

En muchos casos encontraron, los autores, que estos hombres padecen adicción al alcohol o las drogas, pero en general también suelen ser violentos cuando no han consumido, aunque en condiciones de sobriedad la violencia no llega a ser tan grave.

Tomando la definición que da Domen Liliana sobre el hombre agresivo, lo define como el sujeto de sexo masculino que ejerce modalidades de victimización: violencia física, maltrato emocional y /o abuso sexual, en forma exclusiva o combinada e intencional sobre la persona con quien mantiene un vínculo de intimidad: su esposa o compañera. Dicha autora señalará que estos hombres tienen una gran dependencia emocional de la mujer y por esto necesitan que regrese al hogar, ya que no soportan estar solos. Hay una falta de reonocimiento de responsabilidad con respecto a su problemática.No pueden asumir la violencia como propia y por ello justifican y minimizan su accionar.Dirá Domen que el marido violento no considera el problema como propio,e intenta desplazar esa responsabilidad atribuyéndosela a la familia, los hijos, la esposa, los vecinos,etc.
Al no asumirse como portador de violencia y dispersar la culpa en todos los niveles posibles, no puede reconocer que necesita ayuda, y por lo tanto no la pide. La imagen social que representa es francamente opuesta a al que manifiesta en el ámbito intrafamiliar. La violencia solo se desencadena en el hogar, ya que se muestra siempre agradable con los demás hacia el exterior. Habitualmente es muy seductor dirá Domen.
Para el psicólogo mexicano Alejandro Aguila Tejeda existen formas y características en estos roles rígidos y estereotipados para ejercer la violencia, ellas son:

I.- EL JUEGO DE PODER Y DESEO DE CONTROL:
Un marido abusivo aspira a ejercer un poder y control total sobre la esposa, no sólo en lo que hace o deja de hacer.
Tenerla así dominada es una forma de alimentar una precaria seguridad en un hombre que en el fondo se siente inepto y vulnerable.
II.- BAJA AUTOESTIMA
El hombre violento tiene una imagen muy negativa de sí mismo. Se siente como desvalido, miserable y fracasado como persona aunque pueda ser un profesional exitoso.
Está siempre a la defensiva, no pudiendo manejar su ansiedad y apurándose a acusar antes de que lo acusen.
III.- POSESIVIDAD-CELOS.
Esta violencia se dirige a buscar la exclusividad queriendo ser el primero y el único en la atención de su pareja.
Cuanto más fiel y reservada, más celos le tiene.
IV.- DEPENDENCIA EMOCIONAL.
No ha logrado la separación e individuación desde el punto de vista del desarrollo psicológico, en consecuencia se le dificulta los límites entre él y su pareja. Y cada intento de separación es una catástrofe para él.
V.- AISLAMEINTO EMOCIONAL Y MONÓLOGO INTERIOR.
El hombre violento no tiene contacto auténtico con el mundo, se manejan con códigos estereotipados o diplomáticos.
No es abierto, se muestra cauteloso, prefiere hablar sobre otros, por lo general de manera acusatoria, que sobre si mismo.
VI.-INTUICION NEGATIVA.
El hombre violento esta muy atento de su esposa, sabiendo sus puntos débiles y sus miedos.
Este punto le sirve como astucia ya que va variando sus actitudes según sopla el viento para él, pudiendo desconcertar a propios y extraños provocando confusión.
VII.- REPRESIÓN MUDA.
Esta es la más terrible de las armas que puede utilizar el hombre violento, complicándose la forma de probar lo que él hizo ya que la agresión la realiza con miradas, voz baja, actitudes que son percibidas y sufridas sólo por su mujer.(actitud del gangster).
Esta situación provoca la confusión en los hijos ya que pueden sospechar de la veracidad de la agresión provocada por el padre.
VIII. ESTRATEGIAS PARA EVITAR LA REALIDAD
Se presenta una actitud de hostilidad y brusquedad que genera temor.
Elude la mirada de sufrimiento de su mujer e hijos y no quiere enterarse de las consecuencias de su violencia.
Argumenta y racionaliza para asilarse emocionalmente del deterioro que provoca a la familia, se le observa amargado, fanfarrón o tortuoso.
Con tales estrategias el hombre violento se defiende del conocimiento de que es él quien tiene un grave problema por solucionar.
Otros autores como Echeburúa en su libro “Personalidades Violentas” consideran que hay distintas variables que están relacionadas con la presencia del maltrato doméstico y que pueden ser creadas para obtener un perfil psicológico del agresor. Además de hablar de características sociológicas del maltratador.

Variables relacionadas con el maltrato doméstico:

1) Características biográficas/demográficas del agresor:
existe una cierta correlación negativa entre la edad y el nivel económico, por un lado,y la violencia doméstica, por otro(Straus,gelles y Steinmetz,1980). Es decir, el maltrato domestico es más frecuente entre los hombres jóvenes y con un nivel económico más bajo.Sin embargo y de acuerdo con otros investigadores (Echeburúa et al.,1990;Hornung,Mc Cullough y Sugimoto,1981),se puede afirmar que los maltratadotes son gente de todas la edades y estatus económicos.
En un estudio realizado por Rouse (1984) se establece una relación entre determinados tipos de exposición a la violencia en al infancia y ser maltratador en el hogar.

2) Trastornos psicopatológicos: Los trastornos de personalidad se han identificado con mayor frecuencia que otro tipo de psicopatologías en la población de maltratadotes. El trastorno de personalidad antisocial y la depresión mayor tiene una tasa de prevalencia mayor entre los maltratadotes respecto a los que no maltratan, pero no otros tipos de trastornos psicopatológicos. Según otros investigaciones, los agresores son más ansiosos, indiferentes (con poca capacidad empática) e impulsivos que la población normal y tienden a ser mas depresivos, dominantes y hostiles con poco control de la expresión externa de la ira). Asimismo, los hombres maltratadores, son más posesivos celosos que los que no golpean a sus esposas.
De acuerdo con estas características, dentro de la población de maltratadotes han diferenciado dos tipos principales de agresores:los dominantes y los dependientes.Los maltratadotes dominantes muestran, con mayor frecuencia, rasgos de personalidad antisocial y son los que ejercen conductas más violentas tanto dentro como fuera del hogar. Por otra parte, los maltratadores dependientes tienden a ser depresivos y celosos y ejercen la violencia solo en el ámbito doméstico.
Rondeau, Gauvin Y Dankwort , afirman que la mayoría de los individuos que agreden a sus esposas no son enfermos mentales, puesto que en los últimos no hay en general una elección de la víctima ni se decide el momento de ataque. En los maridos agresivos hay selección de la víctima, premeditación, autocontrol manipulable.

3) Perfil psicológico del maltratador:
Según este autor, se pueden establecer una combinación de características comunes que están asociadas de forma más o menos constante con el maltratador doméstico. Dirá que en este sentido no es aventurado afirmar que los hombres que en su infancia hayan sido testigos de experiencias de maltrato, que estén en paro, que tengas rasgos de la personalidad antisocial y abusen de drogas y/o alcohol tiene una probabilidad mayor de ejercer maltrato contra sus mujeres que los hombres que no tengas esas características.

El perfil psicosocial del hombre violento
La violencia como fenómeno social: Para este autor, según su experiencia clínica, el hombre violento es una persona de valores tradicionales que ha internalizado profundamente un ideal de hombre como modelo incuestionable a seguir. Entre las características de este ideal están la fortaleza, la autosuficiencia, la racionalidad y el control del entorno que le rodea. La violencia supone, en muchos casos, un intento desesperado por recuperar el control perdido en el único ámbito donde realmente puede demostrar el hombre su superioridad: su propio hogar.

La personalidad del hombre que maltrata: Otro aspecto es la existencia de un trastorno de personalidad específico en el hombre maltratador.los rasgos de personalidad son pautas duraderas de percibir, pensar y relacionarse con el ambiente y con uno mismo. Estos hombres son incapaces de hacer frente a las situaciones conflictivas de forma adecuada y además presentan una baja tolerancia a la frustración. La dependencia emocional es otra actitud muy frecuente entre los hombres violentos con sus parejas. Esta dependencia se ve reforzada por la dificultad para expresar sentimientos, tanto positivos como negativos. La falta de comunicación emocional tiene como consecuencia un progresivo aislamiento social, de tal forma que la pareja es la única fuerte de apoyo, cariño, intimidad y comprensión. Como consecuencia de la dependencia afectiva, estos varones desarrollan actitudes de control, vigilancia estrecha y celos irracionales. El maltratador suele ser poco asertivo y posee una pobre imagen de sí mismo. En sus relaciones sociales y laborales tiende a mantener una actitud pasivo-agresiva.
En relación a este punto, Caeser considera que los esposos agresivos son representados como dominantes; Dutton, como no asertivos. Este último alude a Ganley, quien delimita a estos hombres como emocionalmente empobrecidos, pues tienden a clasificar todos los estímulos emocionales como cólera. Esta cólera es usada para bloquear los sentimientos de vulnerabilidad de forma defensiva. Su restringida capacidad conductual para expresar la cólera, sumada a su inhabilidad comunicacional, determina el empleo de la violencia.

Autores como Ferreira Graciela dirán que existen hombres con mal pronósticos, es decir expone ciertos comportamientos que si las mujeres están alertas pueden llegar a reconocer para renunciar a la misión de salvar a ese pobre muchacho, futuro golpedor, y poner rumbo a otras relaciones más auspiciosas. Son aquellos hombres que se desenvuelven bastante bien fuera de su casa, hombres inteligentes, brillantes para los negocios. A veces estos individuos se mantienen en la frontera entre lo legal y lo ilegal; ganan mucho dinero pero sin mucho riesgo de que puedan probarles algo. Son capaces de mostrarse tacaños, avaros, miserables en un gasto menor o en uno de mucha necesidad,se quejan y se lamentan con insistencia, pero luego cambian el auto o se van de vacaciones a un lugar caro.Parecen inteligentes pero tienen como puntos ciegos en su pensamiento que los lleva a hacer apreciaciones burdas e irracionales con total inconciencia.
Se muestran incapaces de avenirse a un razonamiento elemental,sobre todo en cuestiones que afectan a otros.
Algunos acostumbran a ser muy mentirosos como forma de vida; parecen muy convincentes y se hacen los ofendidos si no los creen. Terminan convencidos de sus falsas promesas y sus propias mentiras descaradas.Tienen mala fe para manipular a la gente, además de una personalidad “enjabonada”, son evasivos y duros para definirse. Es fácil que llegue a enfurecerse pero muy raro que se angustien ni que tengan una variada experiencia emocional. Son inexpresivos y se juzgan incapaces de sentir con profundidad. Su vida sexual es impersonal y promiscua.
Les atrae la acción pero luego de conseguir lo que quieren pierden interés, no tiene constancia ni perseverancia. Empiezan mil cosas y las abandonan sin concretar. Son como globos que se desinflan en poco tiempo frente a un proyecto o propósito que habían acometido con entusiasmo. Dejan todo por la mitad también el cumplimiento de sus promesas y compromisos. No aprenden de la experiencia, repiten sus errores sin tomar conciencia de que deberían modificar su conducta. No se sienten incómodos consigo mismos, no suelen sentir vergüenza ni remordimientos por nada. Son cobardes con los mas débiles. Usan todo el tiempo a los demás.
No tienen una sola meta o ideales, ni una vida propia rica y profunda, simplemente sacan partido de lo que pueden al instante.
Tienen intuición para captar los puntos débiles del otro y seducirlo, utilizarlo según su conveniencia. Viven sin normas morales. No las entienden ni las aceptan. Las emplean porque saben que les conviene para cuidarse frente a los demás.
Viven en el presente como niños sin perspectiva, se quejan de quien pretende anticipar, prevenir o planificar el futuro o revisar o extraer experiencias del pasado. Pueden ser excéntricos, muy prolijos y obsesivos en algunas cosas pero luego guardan o recogen todo tipo de basuras y objetos inservibles. No son sociables salvo por conveniencia. No reflexionan, no toleran la espera ni la frustración. Tienen cierta capacidad para la propensión a enfermedades psicosomáticas. No poseen demasiada capacidad para captar significados o símbolos, a esta dimensión les cuesta acceder.
Sus necesidades de dependencia no han sido cubiertas en la infancia y oscilan entre el desesperado y disimulado aferramiento a una mujer y la hostilidad que les produce esta situación. Desean que los entiendan sin hablar. Les molesta todo tipo de quejas de la mujer. Además la autora ya citada FERREIRA GRACIELA (1989) va a describir la doble fachada de los esposos agresores, menciona que el entorno suele atribuirle cualidades muy positivas, por la imagen que sostienen en el ámbito extrahogareño.
Por su parte, Mercedes Rodríguez (1990) señala que son múltiples los perfiles que pueden presentar los agresores. Los estudios varían en la manera de describirlos, lo cual ha llevado a algunos a sugerir que “…los golpeadores son más parecidos que diferentes a los no golpeadores”.

Nuevas líneas de investigación
En relación a la cifra del índice de denuncias registradas en los últimos años en España, se aproxima a las 22.000 denuncias anuales. Sin embargo, según un estudio reciente realizado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, más de 640.000 mujeres sufren algún tipo de maltrato doméstico de forma habitual (el 4% de la población femenina), pero son más de dos millones (el 14%) las que confiesan haber sido víctimas en algún momento de su vida.

Santiago Boira, psicólogo clínico y doctor por la Universidad de Zaragoza, España, recoge en un libro varios años de trabajo con maltratadores que se sometieron a tratamiento en el Servicio Espacio, un recurso del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM). El estudio se hizo sobre 230 hombres que pasaron por este recurso entre el año 2000 y hasta el 2007. La investigación reveló, por ejemplo, que en más de la mitad de los casos (el 53,7%), el primer episodio de violencia ocurrió en el primer año de noviazgo o convivencia. Sin embargo, la mayoría de estos hombres no recordaba cuál fue ese día ni valoró la causa o las consecuencias para su pareja. Veían el episodio violento como algo aislado y atribuían los problemas a la víctima y a causas externas, como la intrusión de terceras personas que "contaminaban" a su mujer.
"La mayoría de estos hombres no sufren trastornos graves", concreta Boira. Sí que suele verse una escalada de violencia y otros aspectos. "Suelen ser gente normal, que en muchos casos padece un fuerte sentimiento de inferioridad e inseguridad que intenta disfrazar de puertas para fuera. Estos hombres necesitan alguien al lado sobre quien construir su propia identidad".

Actualmente, las nuevas líneas de investigación trabajan para establecer unos perfiles más o menos estándares de los maltratadores. Así, existe por ejemplo un modelo frío y psicopático, que muchas veces puede darse entre la clase media-alta, ya que, además, es un error pensar que todos los maltratadores pertenecen a una clase social concreta. Estos no son seres primarios e impulsivos, sino bastante inteligentes, que tejen una red muy calculada de control y que tienen serias dificultades para entender puntos de vista diferentes del suyo. Santiago Boira reconoce también en su estudio otro perfil, mezcla de celoso y posesivo, muy dependiente, con baja autoestima y que "reacciona como la gaseosa". Por ejemplo, uno de los entrevistados reconocía: "Me encuentro una persona acelerada, muy... no sé cómo decirte, impulsiva, que reacciona mal con todo o que no entablo buenas conversaciones, que me altero, de repente me cae algo mal y me altero"". En otros casos, sin embargo, existen enormes problemas de fondo de celopatías o drogadicción o incluso trastornos de personalidad, que complican todo mucho más.
La investigación tiene otro apartado en el que intenta desmontar muchos de los tópicos que hay sobre el problema. No obstante, sí que parece reveladora la infancia de estos hombres. En el 46% de los casos se comprobó que el maltratador vivió, de niño, la violencia de su padre hacia su madre, y solo el 15% reconoció que tuvo una relación "cálida" con su progenitor. Además, queda constatado que más de la mitad sufrieron malos tratos en la niñez.

Con respecto a un estudio realizado por la Universidad de Colombia (Páez, Ávila, Navarrete), de carácter descriptivo- correlacional en cual buscaba identificar las características psicológicas de los hombres que ejercen violencia conyugal física y psicológica en Bogotá, por la comparación con hombres que no la ejercen, y teniendo en cuenta: estilo de comunicación en la interacción conyugal, respuestas de afrontamiento, niveles de estrés percibido y experiencia emocional de ira. Como resultados se han identificado características como baja autoestima y auto concepto, déficit en habilidades sociales dentro del marco conyugal, dificultades para el afrontamiento de eventos estresantes, así como dificultades en la interpretación y expresión de emociones negativas.

También se han identificado un amplio rango de esquemas cognitivos inadecuados en lo concerniente al comportamiento de la pareja, el rol como esposo o compañero conyugal y el papel de la agresión conyugal como forma de resolver conflictos, ejerciendo de esa forma control sobre su ambiente. Para los autores de la mencionada investigación es necesario mencionar que las diferencias observadas entre los grupos sometidos al estudio, no indican la presencia o ausencia de rasgos o características definitorias de los hombres que ejercen violencia de pareja. En consecuencia, dirán que estos datos no pueden ser interpretados como parte de un perfil prototípico de tales personas, cuya validez y aplicación sean generalizadas. En este punto el estudio sostiene la necesidad de entender la violencia dentro de las familias, los comportamientos, las personas involucradas en ella como integrantes de una dinámica compleja que requiere la contribución de diversos campos de conocimiento tanto en su conceptualización, como en el establecimiento de principios y estrategias de prevención e intervención.

Otros trabajos publicados en la revista PANAMERICA DE LA SALUD (Carrasco Portiño) sostienen que en un estudio realizado los agresores presentaron respuestas emocionales intensas y demostraron más rabia y pánico que el grupo control. Además se observaron estructuras neurológicas de los agresores dependientes del alcohol que pueden predisponerlos a realizar actos de violencia doméstica. También los agresores tuvieron menor rendimiento neuropsicológico que los controles. No se encontraron diferencias significativas en cuanto a la relación entre el nivel educativo o la habilidad cognitiva de los agresores con el acto violento. El déficit en la expresión verbal y la conducta impulsiva parecen predisponer a los agresores hacia conductas violentas en el ámbito doméstico. Los autores de este trabajo consideran que dada la complejidad del problema, para lograr un enfoque más integrador se tendría que tomar también en cuenta los aspectos relacionados con el individuo y su entorno, ya que pueden influir en el comportamiento violento de los hombres frente a sus pareja. En relación con esto último, un estudio reciente confirmó la relación que hay entre la desigualdad de género y el riesgo de las mujeres de padecer o morir por la violencia de su pareja.

Para el autor Leonardo Peluso, el rótulo de varón violento, como rasgo esencial de la identidad, tiene la ventaja de reconocimiento por parte de los consultantes de la situación de violencia en la que están inmersos,y de la posición que ocupan en la misma. Sin embargo presenta a su criterio la desventaja de convertirse en un modelo interpretativo que tiende a lo estático, a la baja autoestima, a la noción de que es imposible cambiar, a convertirse en una profecía auto cumplida y al ocultamiento de otros rasgos identitarios que comenzaban a ser negados, como reinterpretación de la propia historia, desde la infancia. Identidades que quedan atrapadas, sin escape posible, bajo el rótulo de varón violento. Siguiendo a este autor, habría que salir del estereotipo esencialista del ser violento y pensar en torno a la idea de estar violento, con todas las posibilidades de cambio que esto implica. La idea de estar violentos como uno más de los rasgos de identidad permitiría resignificar las situaciones de violencia, sacar el peso del rótulo varón violento, correrse de una interpretación pasiva de su lugar en la situación, y, por ende habilitar la posibilidad de tomar las riendas de su propia conducta.

La autora María Cristina Ravazzola, sostiene en su libro: “Historias infames. Los maltratos en las relaciones” que las personas ABUSADORAS a su criterio las que ejercen violencia, presentan ciertos aspectos desarrollados: dueñez, impunidad, centralidad, control, autoridad sin confrontaciones, parecen ser aspectos in cuestionados por los que cometen abusos.
A continuación se desarrollarán cada uno:

a) Dueñez: aparecen pensamientos y conductas que dejan suponer que el abusador se siente en cierto modo dueño de la persona de al cual abusa, como si la persona le perteneciera. Las expresiones corresponden con la noción histórica de familia patriarcal en la que el padre era el dueño de la hacienda, los sirvientes, la mujer y los hijos.
b) Impunidad: el abusador tiene la idea de que la accion maltratante no es punible supone que la explicación que ofrece de su actitud va a ser aceptada y comprendida por las personas del contexto, y aun por la persona abusada.
c) Centralidad: los abusadores son personas que se justifican a sí mismas, aun cuando su acción esté dañando francamente a otros, daño que tienden a no registrar o minimizar. El abusador siente que no puede ni debe tolerar que le contraríen. Y que, si así ocurre, la persona a la que él atribuye el origen de su contrariedad debe ser castigada de alguna manera.
d) Control: El abusador cree muchas veces sobre todo cuando se trata de un padre, que él debe controlar las conductas de los miembros de la familia. En este marco, algunos hombres se sienten a cargo de un disciplinamiento torturante para con su núcleo familiar.Estas jerarquías y responsabilizaciones sociales son muy rígidas.
e) Autoridad: en nuestro sistema social las mujeres no están acostumbradas a verse como figuras de autoridad en su propia familial el padre es visto como el real jefe de la familia, en quien reside la autoridad real: es la persona “realmente” importante, cuyo sueño y cuyo humor hay que cuidar por encima de los demás, la propia mujer sostiene la figura de autoridad el padre, en tanto representante que la sociedad percibe y toma en cuenta. Y en el momento de reivindicar su autoridad materna, hace mucho que los hijos y el marido se han dado cuenta de que ella no ocupa ese lugar, y ya ni la escuchan.

Ravazzola sostiene que existe un esquema del circuito de la violencia familiar. En la misma se producen circuitos repetitivos, y en ellos participan por lo menos tres instancias como actores sociales; una personaje abusador, una instancia o personaje abusado y una instancia contextual reforzadora.
Cada una de ellas sigue una lógica en el pensar, emocionarse, y actuar que, al articularse en coincidencia con la lógica de las demás, favorece la repetición del circuito abusivo. Podemos describir estas lógicas así:

La persona abusadora:
-se siente victima de algo que su mujer hacen o no hace y teme que ella se independicen o lo dejen
-sus propias sensaciones son centrales para él
-abre poco espacio de sí para resonar con lo que sienten los otros;
-siente que debe ejercer un control sobre los actos de los demás.
-supone que puede dar rienda suelta a lo que siente, que no necesita auto contenerse;
-supone que son los demás, especialmente la persona abusada, los que deben contenerlo;
-supone que se encuentra en una jerarquía superior a la de la persona abusada y que es responsable de controlarla;
-cree que nadie de afuera debe intervenir en los conflictos familiares.

Las perspectivas de género opinan en cuanto al perfil de los maltratadores, según la autora española Miriam M. Martínez, en términos generales, que son hombres jóvenes, casados o emparejados y con hijos. Han cursado estudios primarios y secundarios, tienen un nivel socioeconómico medio - bajo y se encuentran laboralmente activos.La mayor parte de los maltratadores no suele tener un comportamiento violento fuera del hogar y alrededor de un tercio ha experimentado maltrato en su familia de origen.
Los aspectos descritos eliminan algunas de las creencias que han existido habitualmente con respecto a los hombres violentos. Son personas de apariencia normal con un cierto nivel de estudios y no están desempleados. Se comportan de forma agresiva preferentemente dentro del hogar y no manifiestan problemas destacables en sus relaciones sociales y laborales. Además, muchos de ellos no han sido víctimas de maltrato en la infancia y por tanto, no han aprendido ese comportamiento en la niñez.

Para concluir diremos que a través de la investigación bibliográfica se pudieron inferir distintas posturas sobre el tema de perfiles de hombres violentos, algunos autores apoyan la existencia de los mismos, sosteniendo diversas características como propias de un determinado “ser”, ocupándose exhaustivamente de enumerarlas y advertirnos que con ese tipo de hombres las mujeres deben cuidarse.
Mientras que otros autores por el contrario sostienen una mirada más contextual, no tanto poniendo el foco en características de un sujeto que lo llevarían a ser violento innatamente por el solo hecho de portarlas.
A mi criterio resultan interesantes aquellas investigaciones abarcativas, que incluyen cierta perspectiva de cambio y de trabajo con estos hombres que ejercen violencia conyugal.

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